25 mar 2010

Culpa.

Posiblemente, el peso más grande que tenemos que soportar en la vida sea el de la culpa. Por eso intentamos siempre echarla a los demás; como una patata caliente que casi nadie es capaz de soportar… un bosque oscuro, sin salida, donde lo unico que puedes hacer es andar en circulos… y cuando irremediablemente la culpa se queda en ti, levita tu alma; los circulos son infinitos, es imposible salir de ese bosque… la unica cosa que puede liberarte, es creer en Diós, o en última instancia, la muerte.

Fé.

Antes de la batalla final, sus hombres montaron su cuerpo a caballo y el Cid lideró a su ejercito haciendo huir a los árabes con su leyenda; la fé en un solo hombre que ni siquiera estaba vivo derrotó a todo un ejercito. En 1928, estando Francia bajo dominio inglés, Juana de Arco confesó haber visto a Dios, y la eligió para expulsar al enemigo. La nación entera se rindió a su fé y un ejercito de hombres creyó por encima de todo en aquella joven, aplastando a los ingleses y cambiando el curso de la guerra de los cien años. Para cientos de miles de personas, la fé es creer en lo que no existe; puede llevar a tres individuos a destruir dos rascacielos, o a unir a multitudes por la paz. Porque cuando alguien abraza a la fe ninguna razón lo puede apartar de ella.

La pelea de los lobos.

Un viejo chamán de una tribu indígena estaba charlando con los niños del poblado:
- Una gran pelea está ocurriendo dentro de mi - les dijo - es entre dos lobos. Uno de los lobos es el miedo, la rabia, el odio. El otro lobo es el amor, la alegría, la esperanza.
El chamán miro a los niños uno a uno y les dijo:
- Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros.
Los niños pensaron durante unos instantes y uno de ellos le preguntó al anciano:
- ¿ Y cuál de los lobos cree que ganará? ¿El odio o el amor?
El viejo chamán contesto:
- Simplemente... aquél que alimentes.

Inexplicable.

Mi trabajo es no creer es lo inexplicable, pero en esta profesión es inevitable estar rodeado de cosas que no encajan. Las cosas que no encajan provocan desasosiego, confusión, angustia… hechos insólitos a los que cuesta darles sentido; o detalles pequeños, mínimos, extraños… que generan sospecha, y en ocasiones, miedo. Son cosas que no sabemos como, ni porque suceden… o si tiene alguna explicación que sucedan… cosas que nos fascinan pero que nos asustan. Enigmas, jeroglíficos… un objeto que no cuadra dentro del conjunto, o una historia que no somos capaces de reconstruir. Pistas que nos llevan a otras pistas…y al final de todo el universo de las cosas que no encajan esta la más inexplicable de todas, la muerte.

Esperanza.

Uno espera siempre lo mejor del porvenir, cada navidad brinda porque tiene la esperanza que de alguna manera todo empiece de nuevo y este año mi carta a papa Noel tiene más sueños que nunca, porque por mucho que sea el peso del pasado, la única forma de sentirse vivo es tirar pa’lante con uñas y dientes, inventarse nuevos sueños… y así va a ser. El mundo va a tener que ponerse mucho más hijo de puta si quiere verme claudicar.

Por el amor de Diós.

¿Sabe lo que no es normal? ¿Usted quiere que le diga lo que no es normal? No es normal pensar que hacer el amor es pecado. Eso no es normal. No es normal pensar que Dios no quiere a las lesbianas y a los homosexuales, no es normal. No es normal que la Iglesia oculte abusos de niños ni que los sacerdotes no se puedan casar. No es normal la riqueza del Vaticano ni los anillos ni el oro ni el dinero tirado en campañas de publicidad mientras 30 millones de personas se contagian de SIDA en África por no usar preservativo. Señores Dios nos hizo con dos brazos, y con dos piernas. Y también nos hizo con la capacidad de amar, de querernos, de tocarnos, de sentir con la yema de los dedos un pulso acelerado por la tentación y eso señores… Eso no puede ser pecado.

Señores amar… amar no es fácil. Y ustedes se empeñan en hacerlo más difícil y enrevesado como si no nos bastáramos nosotros mismos, como si no se bastara la propia humanidad para complicarlo todo.
Señores, porque amar… Amar es entender también entender el rechazo, entender que te van a hacer daño, entender que vas a sufrir, que vas a llorar y es entender que las cosas son muy distintas al sacramento del matrimonio.
O sea, hoy te casas… y vives feliz para toda la vida. Falso. Señores, falso. Por muchos siglos que puedan ustedes seguir proclamándolo. ¿Saben que creo? Creo que ustedes no saben lo que es el amor. Porque si algo he aprendido en estos años es que si apretar un cuerpo hasta convertirse en uno es pecado… señores soy un pecador. Porque el único dios en el que creo, es el amor.

Esto no era exactamente una introducción, ni una voz en off... pero creo que merecía la pena ponerlo también, no?

Volar solo.

Hay cosas que uno no puede hacer solo; discutir, subirse y sujetar una escalera a la vez, o doblar una sábana de esas de cama de matrimonio. Yo toda mi vida he pensado que lo ideal era vivir en pareja, por muy extraña que fuera la pareja, de hecho hay parejas que acaban convirtiéndose en tríos, parejas que se van quedando sin pareja, porque no se puede evitar el miedo a no estar a la altura. Hay parejas que son imposibles por definición, por historia y por física, aunque no por química parejas en las que la química se ha ido gastando aunque sigan siendo una familia, familias donde en algún momento hubo una pareja, parejas que fueron en algún momento y ya no son nada. Y eso es lo que más miedo da en la vida cuando la pareja se rompe sea por lo que sea la primera sensación que se tiene es de pánico, un miedo atroz al cambio, a la perdida de control sobre nuestras vidas, un miedo atroz a estar solo, pero cuando se llega a la soledad uno se da cuenta de que la ruptura puede llevarnos a un lugar mejor. Hoy es el primer día del resto de mi vida, porque desde hoy creo que lo más importante en esta vida es saber volar solo.

El amor.

Cuando uno piensa en el amor, piensa en los amores de su vida. En amores tranquilos o en amores tiernos, porque así han sido los pocos amores de mi vida y es que yo he sido de enamorar a golpe de pico y pala. De horas en el portero automático y de tardes de domingo en el cine. De echar instancias y de meses y meses hasta el primer beso. No todos los amores son así, los hay de todo tipo, amor inesperado, amor imposible, amor clandestino, y por supuesto amor loco, el amor fú. Un amor que todo el mundo debería tener derecho a probar, aunque sea una sola vez en la vida. Un amor que te deje en la cuerda floja, al límite entre la cordura y la razón, entre el amor y la locura propiamente dicha.

Cosas casi inexplicables.

Una vez le preguntaron a Lewis Hine, un fotógrafo de guerra, que porque había elegido esa profesión, el contestó que si pudiese contar con palabras todo lo que veía, no necesitaría cargar todo el día con una cámara de fotos... Que ciertos momentos de belleza, de desolación, de horror y de heroismo estaban más allá de las palabras. Yo también lo creo hay cosas que no podemos explicar con simples palabras, cosas como seguir vivos, sentimientos como el amor y el compromiso o sensaciones como volver a abrazar a un amigo. Quizá por eso nuestra vida se compone de imágenes, momentos congelados en el tiempo para siempre, de decisiones que cambian sin remedio el rumbo de las cosas, de fotografías fijas guardadas en la memoria que nos recuerdan cada segundo lo hermoso que es vivir.

El miedo.

El miedo es como la familia que todo el mundo tiene uno/a, pero aunque se parezca los miedos son tan personales y tan preferentes como pueden serlo todas las familias del mundo hay miedos tan simples como desnudarse ante un extraño, miedos con los que uno aprende a ir conviviendo, hay miedos hechos de inseguridades, miedo a quedarnos atrás, miedo a no ser lo que soñamos, a no dar la talla, miedo a que nadie entienda lo que queremos ser, hay miedos que nos va dejando la conciencia, hay miedo a ser culpables de lo que les pasa a los demas, y también el miedo a lo que no queremos sentir a lo que no queremos mirar, a lo desconocido, como el miedo a la muerte, aque alguien a quien queremos desaparezca, y hoy e escuchado a un tal punset en la tele un señor encantador que decía que la felicidad es la asencia del miedo y entonces me he dado cuenta de que últimamente yo ya no tengo miedo...

Eso es Felicidad...

Dicen que enamorarse es un acto reflejo… como tener miedo. Yo fui una niña sin miedo: no me asustaban los fantasmas, ni los monstruos, ni la oscuridad. Podía mirar debajo de la cama segura de que no había esqueletos ni vampiros. Podía enfrentarme a las niñas de 5º segura de que no me quitarían la merienda. Y así, hasta hoy, segura de que puedo coger una magnum y avanzar por un callejón vaciando el cargador, porque no es eso lo que me da miedo. Lo que me aterra es decir que sí a algo que no podré cambiar mañana, pensar en un sofá para toda la vida, en un crédito hipotecario, en una declaración conjunta o en un “esta tarde tenemos que hablar”, buscar colegios y canguros y pensar en un lugar para vivir cuando ya no tengamos pulso para sostener la magnum. Y de pronto todo ese terror se empieza a disfrutar como el looping de una montaña rusa, y eso es la felicidad.

La vida.

Decía John Lennon que la vida es lo que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes y tenía razón, planeas tu matrimonio, la casa donde vivirás, el colegio al que irán tus hijos, planeas hasta el color que tendrá el puto sofá... pero los planes son sólo un dibujo en una servilleta de papel y por mucho que te empeñes, al final tus planes le importan una mierda al resto del mundo. Y puedes ponerle cabeza, corazón o un taco de servilletas emborronadas con sueños, que la vida tiene otros planes para tí.

Enamorarte.

Dicen que enamorarse es un acto reflejo... algo que no se puede aprender, ni controlar... como el respirar... Yo no creo que sea así.. Yo he tenido que aprender a querer a una mujer porque me enamoré de una. Aprendí a pasear agarrada a su cintura, a deslizarme en su cama temblando, y a tener el doble de ropa interior en mi armario... y lo hice con el mismo miedo y con la misma excitación que una niña de cinco años patinando por primera vez en una pista de hielo. Mañana es el dia de mi boda y ya no tengo miedo.

Fotografías.

Hace unos días hicieron una encuesta a cien internautas para que votasen que tres fotografías consideraban las mas importantes de la historia. La primera escogida era una instantánea de la bomba atómica lanzada sobre Nagasaki. La segunda, el hombre pisando por primera vez la luna. Pero la tercera fue la que más me gustó; mostraba dos enamorados besándose mientras el mundo gira a su alrededor. Me gusta saber que entre las tres fotos más importantes de la historia están dos enamorados, congelados en un beso interminable, refugiados contra el olvido. Quizás eso es lo que sentimos cuando vemos fotografías antiguas. Que por ellas no pasa el tiempo. Como esos mosquitos atrapados en ámbar durante millones de años, que el mundo sigue adelante pero ellos se quedan allí atrapados para siempre sin cambiar. Como las fotos guardadas en una caja de zapatos: instantáneas de otro tiempo, que nunca volverá…

La resurrección.

Hay momentos en la vida en que una sola decisión, en un solo instante, cambia irremediablemente el curso de las cosas.
Cuando decides disparar a alguien, cuando decides quererlo o no quererlo, cuando decides tirar para adelante, cuando decides mentir, traicionar, ocultar o cruzar la línea.
Esa décima de segundo puede hacer girar todo al lado oscuro o inundarlo de luz.
Podrá hacer de ti un héroe o un criminal, podrá llevarte al cielo o al infierno, pero siempre será un lugar desde el cual no podrás volver atrás. ¿Y tú? Por qué te enamoraste de mí?...

Improbable, no imposible.

La Real Academia define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder.Y define improbable como algo inverosímil, que no se funda en una razón prudente.Puestos a escoger a mí me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo, supongo.La improbabilidad duele menos y deja un resquicio a la esperanza, a la épica.Que David ganara a Goliat era improbable, pero sucedió.Un afroamericano habitando la Casa Blanca era improbable, pero sucedió.Que los Barón Rojo volvieran a tocar juntos era improbable, pero también sucedió.Nadal desbancando del número uno a Federer, una periodista convertida en princesa, el 12-1 contra Malta, el amor, las relaciones, los sentimientos, no se fundan en una razón prudente; por eso no me gusta hablar de amores imposibles si no de amores improbables. Porque lo improbable es, por definición, probable. Lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar. Y mientras haya una posibilidad... media posibilidad entre un millón de posiblidades de que pase, vale la pena intentarlo.

Besos.

He leído en un artículo de internet que cuando nos reímos utilizamos quinze músculos de la cara, aunque no nos demos cuenta, quinze músculos se nos mueven a la vez. El mismo artículo decía que cuando gritamos, usamos trece músculos y cuando andamos en bicicleta nueve. Al parecer cuando besamos a alguien es cuantos mas músculos se mueven, trentaicuatro músculos. El artículo no lo decía pero existen muchas clases de besos: besos de pasión, besos de amistad, besos que no dicen nada y otros que lo dicen todo. Quizá por eso un beso significa tantas cosas; porque después de darlo, no es necesario hablar. Está dicho todo.

El enamoramiento.

En 1924 un médico llamado François Boisent enumeró, una a una, todas las anomalías físicas y mentales que se producen cuando una persona se enamora. Al principio afirmaba Boisent que el enamoramiento tiene numerosas similitudes con procesos gripales: estado febril, dilatacion de pupilas, palpitaciones, sudoración, temperatura alta y disminución de pensamiento periferico. El mal de amores cursa los primeros dias como un catarro, pero a lo bestia, hasta que el paciente se habitua a la preséncia de la persona amada. Después, los síntomas en lugar de remitir como sucede en los procesos gripales, se multiplican. El enamorado pierde el apetito, pasa las noches en vela, con gran ansiedad, y se entrega al aislamiento y la soledad. Y aunque el paciente sabe lo que le está pasando, no hay antibiótico ni antigripal que lo alivie. La vida sin la persona amada se convierte entonces en un infierno. En función del organismo afectado, su periodo de recuperación puede ser de unos dias, o convertirse en una enfermedad crónica, un desasosiego para toda la vida.

Sueños.

Cuando somos niños soñamos con cosas pequeñas, sencillas... un helado de fresa, una muñeca que llora y hace pís o esa bicicleta que tiene el vecino del cuarto.
Cuando nos hacemos mayores, nuestros sueños cambian con nosotros, y se vuelven complejos... igual nosotros. Y de repente, la muñeca de trapo se convierte en un vestido nuevo, con el que cruzar un océano a diez mil metros de altura para deslumbrar a tu marido en un viaje sorpresa.
Pero los sueños se rompen en pedazos cuando se topan de frente con la realidad, porque la realidad, a menudo es radicálmente distinta a como uno cree que és. Las personas no siempre son lo que aparentan ser, ni las relaciones, ni mucho menos los sueños. Y esa realidad es la que se encarga de poner a cada uno en su sitio. Lo que uno cree que es negro, puede ser blanco, y lo que uno cree que es blanco, probablemente sea de todos los colores del arcoiris. Uno sabe como empiezan las cosas, pero nunca saben como van a terminar.

La teoria de Maslow.

En el instituto, en cuarto curso, nos explicaron la teoría de un sociólogo, un tal Maslow, que decía que todos buscamos las mismas siete cosas en la vida. Él lo llamó la jerarquía de la necesidades humanas. Lo primero que buscamos es la supervivencia, la salud que nos permita seguir viviendo. Lo segundo es la seguridad, sentirnos protegidos, a salvo en nuestra casa. Después está el amor. Según Maslow nadie puede vivir sin tener amor, o sin buscar el amor. La cuarta es el respeto, que los demás valoren lo que hacemos, nuestras decisiones, aunque nos equivoquemos. Le sigue la necesidad de entender, de conseguir explicar porque la gente toma decisiones que nos duelen. La penúltima necesidad humana, es la estética o espiritual, sentirnos parte de algo especial y único, el plán perfecto de nuestras vidas. Y la última, la autorrealización, intentar encontrar nuestra autentica naturaleza, lo que somos. Hace cuatro semanas, dos dias, y diecisiete horas que Lucas se marchó a Carolina para convertirse en agente del CNI. Maslow diría que está llevando a cabo la séptima de las necesidades humanas... pero Maslow no tiene ni idea de lo que es despertarse cada mañana abrazada a Lucas. Así que se puede meter su teoria por donde le quepa, porque lo unico que buscamos todos en la vida, lo unico, es ver a la persona que queremos cuando abrimos los ojos por la mañana.

Relaciones con fecha de caducidad.

Por muchas noches en blanco que una dedique a pensar en su biografía sentimental, la verdad, es que encontrará pocas soluciones. Podrá parchear tal o cual relación, pero al final, volverá a pasar lo del siempre... que en un momento dado saltará en pedazos como tantas otras veces. Porque uno es como es y no es fácil dejar de serlo para creer a alguien, es casi un combate perdido de ante mano. Así que lo mejor que podría pasar esque las relaciones sentimentales vinieran con fecha de caducidad, como los yogures, así sabríamos de antemano cual es la fecha del final y no perderíamos el tiempo en inseguridades, sospechas, ni discusiones... nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasta la ultima décima de segundo… Aunque, si lo piensas, lo bueno de no tener fecha de caducidad, esque nos permite seguir soñando con que, ésta vez sí, ese yogurt pueda conservarse para siempre.

El momento de la muerte.

Una vez leí una encuesta donde preguntaban a 100 personas si les gustaría saber por adelantado el momento exacto de su muerte. El 98 % de la gente decía que No. Yo sería del otro 2 %. A mí no me importaría saberlo. Pero pensé que lo que no soportaría es saber el momento de la muerte de mi padre..de mi marido...y sobretodo del momento de la muerte de mi hija.

La boda.

Llevo dieciocho años soñando con la boda de mi hija y siempre me había imaginado un lugar así. Un lugar apartado en el campo en una ermita con olor a sacristía y a azahar. Con muy pocos invitados, los íntimos de nuestra vida. Mariano bailando pasodobles y perdiendo el control. Imaginaba a mi padre con un par de copas de más repartiendo abrazos. Y a Paco, emocionado con la mirada fija, los ojillos brillantes y aguantando el tipo. Y al novio, que parece que no va a llegar nunca a la boda pero que terminará esperando como todos en el altar, con miedo de que no llegue la novia.
Llevo dieciocho años soñando con su boda y dicen que cuando sueñas con una boda significa que se acerca un tiempo de prosperidad. Pero yo nunca he creído en los refranes.

Felicidad.

Nos empeñamos en buscar la felicidad cada día y no nos damos cuenta de que es ella quien tiene que encontrarnos .Y eso será donde menos te lo esperas; en el instituto, en el supermercado, o en mitad de una huida. Y cuando llega descubres que ahí no acaba todo. Que el final de un camino, sólo es el principio de otro y lo único importante es la persona que escoges para que camine a tu lado; aunque sea para esconderte en un desierto... y esconderse es lo que menos te importa. Lo que te importa es que estás tocando con la yema de los dedos eso que has estado soñando toda tu vida; y ya solo importa el hoy, el presente, y lo que queda por venir; porque no se puede borrar lo que ya está escrito y porque la vida es aquello que te sucede mientras tu tratas de hacer otra cosa.

La muerte.

A veces me preguntaba cómo serían las cosas cuando yo no estuviese aquí…y me costaba imaginármelo… supongo que todos nos creemos demasiado importantes…nos parece que nuestra casa ya no puede ser la misma si no estamos para sentarnos en nuestro sillón, que el bar dónde desayunamos ya no puede ser el mismo si no estamos ahí para mojar el churrito en el café… pensamos que cuando morimos la vida se va a detener, que va a hacer un alto para digerir que ya no estamos, pero no es verdad… el mundo no se para y sigue su marcha sin nosotros… y lo único que cambia es el tamaño de tu nueva casa… una caja de 1'80 de largo y medio metro de ancho a doce palmos de profundidad… dónde la humedad y las lombrices son tu única compañía.