20 may 2010

El acabose de los tiempos

Todas las cosas tienen un final; aunqe duela; aunqe no estemos preparados. Sabemos que todo, antes o después, se acaba; pero si miro hacia atrás solo puedo decir que mi vida ha merecido la pena. 'Como un puto equipo de remo, defendiendo los derechos y las libertades de los españoles, por mis SANTOS cojones!'

HASTA SIEMPRE.

Me caso.

Quiero casarme contigo! Así, a lo loco, de un dia para otro, como las peliculas, sin complicaciones... porque el amor es fácil, y así hay que vivirlo; y aunque queramos ver dificultades, no las hay; aunque nos llegue en el momento mas extraño y con la persona mas inesperada; y la manera de poder ser felices es tener el valor para vivir.

El abandono

Hay quién dice que ser policía no es una profesión, sino un modo de vida. Lo que nadie dice es que es el modo de vida mas destructivo que hay, porque cada mañana cuando uno se levanta tiene que llamar a la puerta de horror para trabajar... la puerta del estupor, del secuestro, del robo... de la muerte... Sin darnos cuenta, el horror y el crimen se instalan en nuestra vida impregnándola, haciendos ver como algo normal las armas, los disparos, la sangre, la violéncia, el sufrimiento, el peligro... y por supuesto, la muerte. En todo ese horror ya cabe cualquier cosa: desde criminales en serie hasta el propio hijo del diablo. Cuando uno se da cuenta de que su mundo es un infierno, cuando ya no queda ni energía, ni esperanza, ni mas espacio para el dolor, entonces solo queda una cosa por hacer: abandonar.

El pánico

El pánico es como una caja de cerillas: todos tus miedos están ahí dentro; cada uno, con una cabeza de fósforo roja, y si de repete uno de ellos se prende, todos los demás arden inevitablemente. Así que solo hay una forma de que la hoguera del pánico no te lleve por delante y es separar las cerillas, desgranar los miedos y apagarlos, uno a uno, porque los miedos se alimentan de lo desconocido, de la falta de verdad; y para descubrir la verdad, uno solo necesita clarividencia. Así empecé a buscarla, tirando de cabos sueltos, como una carta de tarot.

Conexiones

En 1876, Alexander Graham Bell inventa el teléfono y con él, la posibilidad de poner en contacto largas distancias. Desde ese momento, los esfuerzos del hombre se han centrado en hacer que esa conexión sea cada vez mas inmediata. París, Londres, Hong Kong... se estrechan en milésimas de segundo gracias a la fibra óptica, internet, las videoconferencias... nos permiten estar simultáneamente conectados en cualquier lugar del mundo, con cables invisibles, de la misma manera que las estrellas están conectadas por líneas imaginarias que forman constelaciones... pero por encima de todas ellas, sobrevolando el tiempo y el espacio, están los cordones umbilicales, que nos unen a las personas que amamos; como cordones de plata transparentes que pertenecen sólamente al reino de lo extrasensorial; que hacen que algo se revuelva en nosotros cuando sufren, o cuando se alegran, como un pálpito o un escalofrío en la piel, y que nos llevan ha hacer cosas maravillosas o terribles, simplemente porque estamos conectados.

25 mar 2010

Culpa.

Posiblemente, el peso más grande que tenemos que soportar en la vida sea el de la culpa. Por eso intentamos siempre echarla a los demás; como una patata caliente que casi nadie es capaz de soportar… un bosque oscuro, sin salida, donde lo unico que puedes hacer es andar en circulos… y cuando irremediablemente la culpa se queda en ti, levita tu alma; los circulos son infinitos, es imposible salir de ese bosque… la unica cosa que puede liberarte, es creer en Diós, o en última instancia, la muerte.

Fé.

Antes de la batalla final, sus hombres montaron su cuerpo a caballo y el Cid lideró a su ejercito haciendo huir a los árabes con su leyenda; la fé en un solo hombre que ni siquiera estaba vivo derrotó a todo un ejercito. En 1928, estando Francia bajo dominio inglés, Juana de Arco confesó haber visto a Dios, y la eligió para expulsar al enemigo. La nación entera se rindió a su fé y un ejercito de hombres creyó por encima de todo en aquella joven, aplastando a los ingleses y cambiando el curso de la guerra de los cien años. Para cientos de miles de personas, la fé es creer en lo que no existe; puede llevar a tres individuos a destruir dos rascacielos, o a unir a multitudes por la paz. Porque cuando alguien abraza a la fe ninguna razón lo puede apartar de ella.

La pelea de los lobos.

Un viejo chamán de una tribu indígena estaba charlando con los niños del poblado:
- Una gran pelea está ocurriendo dentro de mi - les dijo - es entre dos lobos. Uno de los lobos es el miedo, la rabia, el odio. El otro lobo es el amor, la alegría, la esperanza.
El chamán miro a los niños uno a uno y les dijo:
- Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros.
Los niños pensaron durante unos instantes y uno de ellos le preguntó al anciano:
- ¿ Y cuál de los lobos cree que ganará? ¿El odio o el amor?
El viejo chamán contesto:
- Simplemente... aquél que alimentes.

Inexplicable.

Mi trabajo es no creer es lo inexplicable, pero en esta profesión es inevitable estar rodeado de cosas que no encajan. Las cosas que no encajan provocan desasosiego, confusión, angustia… hechos insólitos a los que cuesta darles sentido; o detalles pequeños, mínimos, extraños… que generan sospecha, y en ocasiones, miedo. Son cosas que no sabemos como, ni porque suceden… o si tiene alguna explicación que sucedan… cosas que nos fascinan pero que nos asustan. Enigmas, jeroglíficos… un objeto que no cuadra dentro del conjunto, o una historia que no somos capaces de reconstruir. Pistas que nos llevan a otras pistas…y al final de todo el universo de las cosas que no encajan esta la más inexplicable de todas, la muerte.

Esperanza.

Uno espera siempre lo mejor del porvenir, cada navidad brinda porque tiene la esperanza que de alguna manera todo empiece de nuevo y este año mi carta a papa Noel tiene más sueños que nunca, porque por mucho que sea el peso del pasado, la única forma de sentirse vivo es tirar pa’lante con uñas y dientes, inventarse nuevos sueños… y así va a ser. El mundo va a tener que ponerse mucho más hijo de puta si quiere verme claudicar.