25 mar 2010

La boda.

Llevo dieciocho años soñando con la boda de mi hija y siempre me había imaginado un lugar así. Un lugar apartado en el campo en una ermita con olor a sacristía y a azahar. Con muy pocos invitados, los íntimos de nuestra vida. Mariano bailando pasodobles y perdiendo el control. Imaginaba a mi padre con un par de copas de más repartiendo abrazos. Y a Paco, emocionado con la mirada fija, los ojillos brillantes y aguantando el tipo. Y al novio, que parece que no va a llegar nunca a la boda pero que terminará esperando como todos en el altar, con miedo de que no llegue la novia.
Llevo dieciocho años soñando con su boda y dicen que cuando sueñas con una boda significa que se acerca un tiempo de prosperidad. Pero yo nunca he creído en los refranes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario